En ese estero entre el sueño y la paciencia vive mi pueblo… hay un pueblo.
Donde puedo comer a la sombra del alimento que me nutre.
Pender hasta la tarde, del reflejo en el agua.
Carnear con los dientes y tomarme la sangre.
En ese extraño tragar del después de la vida, me encontré.
Que decirte hermano amigo. Si llevase puesto un sombrero me lo saco. O bebo de tu vino y brindo por y con vos. O sea. Ya que te gusta la O. Lloré mientras te leía. Y a la vez fui feliz por tener el honor de saber que habito en algún lugar de ese corazón que contiene toda esa sabiduría cocida con noche, que pone la quinta y atropella, que grita y se lastima al grito de "magma busca volcán". Hermano, rodeados de tantos, sabemos que sólo y siempre, seremos dos. Nos queda resignarnos a ser moderados, por respeto al esfuerzo de algunos pequeños egos circundantes. A usar el lenguaje para permitirle respirar de vez en cuando a ese "otro" que tanto nos ama y odia. Y comprendiendo que para llegar a ser dos viejos felices debemos aceptar nuestra condición de jóvenes esteparios.
ResponderEliminarTe quiero. Te admiro.
Bienvenido. No importa que no te lean cien o mil. Esos cien o mil están mirando a Tinelli. Lo que importa es que vos te leas. Y estés atento a lo que te sucede luego.